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miércoles, 6 de junio de 2012

Parques Nacionales de España

Parque Nacional de Aigüestortes i Estany De Sant Maurici

En 1932, el Plan Macià contempló el Parque Nacional del Alto Pirineo como una magnífica representación de las formaciones geológicas de la cordillera pirenaica axial, así como de su flora y su fauna, además de constituir una de las mejores manifestaciones del glaciarismo cuaternario y poseer uno de los mejores conjuntos arquitectónicos del románico.

El Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici fue creado el 21 de octubre de 1955, con una extensión inicial de 9.851 hectáreas, basándose en una antigua Ley de Parques Nacionales del año 1916. Fue el quinto Parque Nacional de España y el segundo de los Pirineos, después del Parque Nacional de Ordesa.

El 29 de mayo de 1976 se anuncia el proyecto de reclasificación y de ampliación del Parque, incluyendo el abetal de la Mata de Valencia y el macizo del Montardo. Después de este intento de reclasificación por parte de la Administración Central, pasaron 10 años hasta que el Parlamento de Cataluña hace aplicación de las competencias exclusivas que en materia de espacios naturales corresponde a la Generalitat y aprueba una Ley de Reclasificación del Parque Nacional.
La Ley 7/88, de 30 de marzo, propugna una ampliación del Parque y determina los aprovechamientos tradicionales, además de preservar el espacio de todas las intervenciones que puedan alterarlo de alguna manera.
La Ley 22/90, de 28 de diciembre, modifica parcialmente los límites de la zona periférica de protección del Parque Nacional, redefine la composición del Patronato y las actividades permitidas en esta zona.
En el Decreto 234/1996, de 15 de julio, se produce una nueva ampliación del Parque, alcanzándose las actuales 14.119 ha de superficie.

Después de la Sentencia del Tribunal Constitucional, la Ley 41/1997 modifica la Ley 4/1989 de conservación de los espacios naturales y de la flora y fauna, que permite la gestión a las comunidades autónomas, y el Parque Nacional vuelve a la Red Estatal de Parques Nacionales como un representante de la región pirenaica de los sistemas ligados a las formaciones lacustres y a las rocas de origen plutónico.

Parque Nacional de Garajonay
Antes de la llegada de los europeos en el s. XV la isla ya se encontraba habitada. Sus pobladores procedían del norte de África, presentando su cultura claras semejanzas con la de los pueblos bereberes.
Su economía se basaba en la ganadería y en la recolección de los productos que ofrecía la isla, y sólo residualmente se dedicaban a la agricultura. Habitaban en cuevas o en pequeñas cabañas, y utilizaban la madera y la piedra para la fabricación de utensilios así como el barro para la cerámica. Sobre sus creencias se sabe que rendían culto, entre otros, a las montañas. Ello se pone de manifiesto por ejemplo en el Alto de Garajonay, lugar que da nombre al Parque, donde fueron encontrados restos arqueológicos ligados a la celebración de sus rituales. La isla estaba dividida en cuatro cantones o bandos: Agana, Orone, Ipalan y Mulagua, ubicados en los cuatro grandes barrancos de la Gomera.
Uno de los útiles líticos tallados en basalto, procedente de una de las aras de sacrificio de Garajonay.
Con la llegada de los europeos en el primer tercio del siglo XV, La Gomera es motivo de rivalidad entre España y Portugal. Los bandos gomeros se alían con unos y con otros, hasta la definitiva renuncia de Portugal.
Al principio, la penetración de la cultura europea es pacífica y paulatina, hasta la llegada de Hernán Peraza "El Joven" como señor, que establece imposiciones tributarias y vasallaje, provocando la sublevación de los bandos que son derrotados. Tiempo después, Hernán Peraza establece un pacto de hermanamiento con el bando de Ipalán, que rompe al entablar relaciones con la princesa aborigen Iballa. Esta afrenta, una más, incita a los aborígenes a darle muerte. Como represalia, se produce una gran matanza siendo los gomeros capturados vendidos como esclavos, quedando la isla sometida por la fuerza.
Cristobal Colón y La GomeraUn episodio relevante de la historia de la Gomera es su relación con los viajes Colombinos. En agosto de 1.492, durante el viaje del descubrimiento de América, las carabelas la Santa María y la Pinta atracan en la Gomera para preparar la travesía. El 4 de septiembre se les une el propio almirante, a bordo de la Niña.
En 1.493, Colón vuelve a la isla al mando de diecisiete navíos, rumbo nuevamente a América. Aquí se suministra de animales vivos y vegetales comestibles sobre los que se basó la primera agricultura y ganadería en América.
Durante el siglo XVI, la isla es lugar de paso de navegantes y conquistadores, actividad que decae posteriormente, sumiéndose la Gomera en el aislamiento y el olvido, bajo un régimen feudal que dura hasta entrado el s. XIX.

El uso tradicional del monte gomero y su conservación
En el pasado los montes que hoy se encuentran incluidos en el Parque Nacional de Garajonay jugaron un importantísimo papel en la economía de subsistencia isleña. Las maderas fueron aprovechadas para levantar casas y fabricar muebles, aperos de labranza, utensilios agrícolas, domésticos e incluso musicales. También se extraía leña y se hacía carbón. En el monte pastoreaban permanentemente rebaños de cabras y ovejas atendidos por pastores. Del monte también se obtenía forraje y rama picada para usarla como alimentación de los animales de corral y para la cama del ganado.

Durante el período condal, entre finales del S. XV y principios del XIX, la propiedad del monte estaba detentada por los Condes de la Gomera, que establecieron una estricta normativa de uso para la obtención de rentas y evitar la degradación del bosque.
Posteriormente, como consecuencia de la Constitución de 1.812, por la que se suprimieron las jurisdicciones feudales la propiedad fue transferida a los Municipios que continuaron una política conservacionista. En 1.879 se consolida administrativamente su conservación al ser incluidos los montes de la isla en el Catálogo Nacional de Montes de Utilidad Pública. En los años cuarenta se elimina el ganado del monte y a partir de la década de los cincuenta comienza a reducirse los aprovechamientos forestales por la generalización de los combustibles fósiles.
En los años setenta del pasado siglo se empiezan a oír voces reclamando la protección de los montes gomeros. El ICONA, organismo del Estado responsable por entonces de la conservación de la naturaleza inicia los trámites para la creación de un Parque Nacional, proceso que culmina en 1981 con la creación del Parque Nacional de Garajonay. Se inicia entonces un modelo de gestión donde la conservación de la naturaleza tiene máxima prioridad.
Toda esta trayectoria histórica ha permitido que los bosques gomeros hayan llegado a nuestros días en un estado próximo al natural con presencia de árboles viejos, lo que los distingue llamativamente de los restantes bosques de laurisilva del Archipiélago. Garajonay es uno de los bosques más naturales del Estado. 

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